
En el corazón de la Patagonia Norte, sobre las aguas del río Collón Curá, se alza el viejo puente carretero que desafió el tiempo y las promesas incumplidas. Construido en 1942 por el Regimiento de Infantería de Montaña del Ejército Argentino, este puente no es solo una estructura de acero y hormigón, sino un símbolo de la postergación. Durante décadas, fue el único acceso hacia las pintorescas localidades de la cordillera neuquina, uniendo comunidades a lo largo de las rutas 234 y 40, cerca de Junín de los Andes.
Cuando en 2006 se anunció la construcción del nuevo puente La Rinconada, muchos creyeron que el viejo coloso pasaría a la historia, relegado al título de Monumento Histórico Nacional. Sin embargo, la obra, que prometía modernidad y progreso, se convirtió en un relato de demoras y frustraciones. Durante décadas, el nuevo puente permaneció inconcluso, mientras el antiguo seguía soportando el peso del tráfico y las expectativas de una región que aguardaba su renovación.